Hoy, vive en San Martín, su lugar en el mundo y asegura que ya disfruta de las mieles de su retiro, como los hacen los empresarios prósperos en los países del primer mundo.
Más de nueve años en prisión fueron suficientes para repasar una y otra vez la lección.
El asegura que su vida cambió pero sus enemigos le siguen teniendo el mismo respeto del los comienzos. Por algo será.
Son las seis de la tarde, el calor de Buenos Aires revienta el pavimento. Frente a mi se desploma en una silla de jardín el hombre que busqué por años. El mismo que fue señalado como "dueño de la bolsa" o "el rey narco". Ahora, se muestra sencillo y prefiere que le digan Mameluco, su apodo de siempre.
Señalado como jefe indiscutible de la venta de drogas en la Villa 18 de San Martín, Miguel Angel Villalba fue detenido en 2001 y condenado en 2004 a doce años de prisión por comercio de estupefacientes. Sin embargo, este año recuperó la libertad. Y ahora quiere hablar.
-Mameluco Villalba, ja ja ja, Mameluco Villalba, repito con sorna y me río.
El también se divierte. Sus abogados le contaron lo que soy capaz de hacer para que conseguir los detalles de una historia que me impacta.
-Sos más pesado que mi suegra, dice y suelta una carcajada.
En algo tiene razón. Antes del encuentro y durante años intenté por todos los medios llegar a Mameluco: mandé cartas, hice guardias en comisaría, seduje a abogados chantas y más. Pero nada. Los viejos sabios dicen que el que sabe esperar siempre gana. Aunque confieso que la paciencia nos es una de mis virtudes.
Fueron más de tres horas de una entrevista apasionante con un hombre que se animó a revelar como es vivir como un jefe
narco.